“Un hombre para la eternidad”

Robert Marcial Gonzalez
7 min readApr 9, 2021

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UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

Así tituló Robert Oxton Bolt, extraordinario escritor y guionista británico, una pieza magistral que narra la historia de Tomás Moro, emblema de la justicia, referente del humanismo renacentista y luchador incansable por la dignificación de la sociedad en todos los órdenes.

Íntimamente, en los cada vez más infrecuentes momentos en que ejercito mi vocación existencialista y, de manera torpe pero afanosa busco las claves que me permitan decodificar “la vida” (en rigor, mi vida) y aprehender “el mundo” (en rigor, mi mundo), me consuelo pensando en que el azar, con su desconcertante sabiduría y su misterioso modo de operar para incidir tanto en lo cotidiano como en lo esencial, permite que de tanto en cuando, de manera cíclica y prodigiosa, acaso siguiendo un patrón más emparentado con rituales místicos propios de sociedades secretas que con variables racionales o científicas, aparezcan difuminados en lugares recónditos e insospechados (Paraguay por ejemplo), esos luchadores incansables a quienes el escritor Bertolt Brecht denominó con justicia poética “los imprescindibles”.

A esos seres imprescindibles la eternidad les tiene reservado un sitial de privilegio.

Tal es el caso del entrañable MAESTRO JUAN CARLOS MENDONCA (p) cuya misión terrenal llegó a su término la fría noche del 12 de agosto de 2020. Las profundas muestras de gratitud y congoja que inundaron numerosos espacios públicos y privados al conocerse la triste noticia, me permiten intuir que éste modesto pero sincero tributo a su memoria, concebido inicialmente en términos personalísimos, refleje también el sentir de muchas personas que, al igual que yo, tuvieron la dicha y el privilegio de conocer al Profesor Mendonca sea en forma personal, sea a través de sus libros, sea mediante los testimonios regados en un sinfín de espacios de debate y reflexión que lo tuvieron como protagonista a lo largo de su vida… una vida consagrada a proporcionarle a la sociedad insumos valiosos para abandonar la caverna platónica en la que habitamos…

En una época signada por nuevas formas de oscurantismo donde agoreros, todólogos y archimandritas de toda ralea pululan impunemente en redes sociales o infiltran la prensa, las universidades, las sociedades intermedias y todos los poderes del Estado, el Profesor JUAN CARLOS MENDONCA supo erigirse, valiente y coherentemente, en un faro luminoso para que la sociedad sepa que existen alternativas humanistas que pueden explorarse, para que los ciudadanos sepan que pueden encontrar en la cultura y el conocimiento profundos una alternativa virtuosa capaz de mostrarnos que, pese al dictamen lapidario emitido durante el primer cuarto del Siglo XX por el jurista Teodosio González, nuestro país no está fatalmente condenado al infortunio.

Mediante sus obras y su testimonio de vida, el Profesor JUAN CARLOS MENDONCA nos ha proporcionado herramientas valiosas para plasmar en realidad el proyecto democrático inclusivo de sociedad fraterna concebido por la Constitución, nos ha indicado el camino para fortalecer las instituciones, nos ha marcado que la justicia social no está reñida con las libertades individuales y que la sociedad civil cuenta con insumos para controlar y limitar el ejercicio del poder sin que ello afecte la pretendida y necesaria eficacia de las políticas públicas que toda sociedad que desea prosperar debe poner en práctica. En resumen: aportó claves valiosas para dignificar la vida en comunidad por lo que es deseable que la sociedad paraguaya, en su propio beneficio, honre la memoria del Maestro, la memoria de un ciudadano ilustre de nuestra tierra, poniendo en práctica la tolerancia, el espíritu crítico y la defensa de la libertad, valores éstos que impregnan su legado.

En lo personal e íntimo, tengo para con el MAESTRO JUAN CARLOS MENDONCA una deuda de gratitud infinita e inconmensurable. Disfruto de la dicha de contar con una docena de referentes cuyas enseñanzas, en distintos planos de mi vida, me han marcado a fuego y a quienes les debo muchísimo. El MAESTRO JUAN CARLOS MENDONCA siempre ocupará un lugar de relevancia en mi inventario afectivo…

Accedí a él a través de sus obras durante mis primeros años en la Facultad de derecho. Como ocurre casi siempre con aquellos que logran la prodigiosa alquimia de conjugar cualidades intelectuales con don de gente, el flechazo fue instantáneo. La claridad de su prosa, su agudeza, su profundidad y su facilidad para decodificar complejas ecuaciones jurídicas traduciéndolas al lenguaje sencillo y llano que marcaba Ortega y Gasset como rasgo de cortesía de parte del filósofo para con sus lectores, me deslumbraron en forma inmediata y me permitieron identificar el camino que quería seguir.

Un tiempo después, ya egresado de la Facultad y contando yo con 26 años, el azar (nuevamente el azar !) me premió permitiéndome conocer personalmente al Maestro JUAN CARLOS MENDONCA fungiendo de emisario y portador de una carta que Don Adolfo Alvarado Velloso (otro gran referente en mi vida) me entregó en la ciudad de Rosario -donde cursaba mis estudios de posgrado- para que se la hiciera llegar. Guardo el recuerdo con una nitidez equiparable a esas escasas pero preciosas mañanas prístinas y resplandecientes de las primaveras de Edimburgo descritas con maestría por Stevenson en alguna de sus obras. Llegué a su Estudio Jurídico -majestuoso rinconcito colonial en pleno centro de Asunción- con las manos trémulas y el corazón palpitante experimentando acaso la misma extraordinaria conmoción interna que devoraban las entrañas de Abelardo y Eloísa o Florentino Ariza y Fermina Daza en cada encuentro furtivo…

La calidez que me brindó el Maestro hizo que me sintiera en familia desde el primer minuto. El temor reverencial producto de ciertos prejuicios inevitables propios de la inexperiencia, se convirtió en el acto en un deslumbrante destello interior equiparable al que sentiría unos años después en el Museo del Prado frente a “Las Meninas” de Velázquez. Le expliqué mi cometido casi tartamudeando por la emoción de saberme intermediario del afecto que se tributaban recíprocamente dos grandes Maestros y le entregué la carta. Me invitó a conversar con él ofreciéndome un café mientras él bebía sorbos pausados de agua previamente decantada en una elegante jarra de plata que, junto con sus libros, su ordenador, sus apuntes y un par de esculturas que oficiaban de custodios, engalanaban siempre su escritorio de estilo clásico que potenciaba aún más la atmósfera de estimulante cultura renacentista que se vivía en ese espacio abstraído de la vacía superficialidad de la que se alimenta el mundo exterior.

Llegué a su Estudio con una carta y salí de él con cinco libros de distintos autores y distintos temas (literatura, política, historia, derecho, filosofía) que tuvo la cortesía de obsequiarme y que los fue eligiendo de su portentosa biblioteca en la medida que la conversación fluía.

Desde ese venturoso día, forjé con el Maestro JUAN CARLOS MENDONCA un espacio cultural íntimo que me permitió visitar su Estudio primero y su casa después. Un espacio que me enriqueció de manera sublime, un espacio que me permitió acceder a un mundo de cultura y de afecto nutridos por la vasta experiencia atesorada por el Maestro. Un espacio que se tradujo en correspondencia epistolar (sí!! Cartas firmadas y entregadas en papel que me hacían sentir -perdón por la arrogancia narcisista- como Umberto Eco debatiendo con Carlo María Martini acerca de “En qué creen los que no creen”), conversaciones intensas, intercambio de libros, anécdotas fantásticas referidas a la historia, la política y el derecho, un espacio donde no faltó el buen vino gracias a la complicidad estratégica de su médico de cabecera y la generosa condescendencia de su familia lo cual me convirtió a mí en una suerte de proveedor clandestino de Chiantis, Pinot Noir o algunos Blends mendocinos con los cuales trataba de agradecerle al Maestro su enorme generosidad para conmigo. Los detalles minuciosos que incorporé durante esos espacios (me disculpo desde ya por la determinación concienzudamente egoísta), los guardo para mí y más adelante, para mis hijos y amigos cercanos pues constituyen uno de mis principales tesoros afectivos…

Hablé con el MAESTRO JUAN CARLOS MENDONCA por última vez el 30 de julio. Me llamó generosamente a saludar por el día del amigo. Lúcido y claro me dejó algunas reflexiones siempre edificantes. Le anticipé que tenía para él un obsequio y se despidió diciendo, con la grandeza y la humildad que lo distinguían en su accionar cotidiano “gracias por honrarme con su amistad y guarde por favor ese vino que me gustaría compartirlo con usted ni bien se pueda”. El azar, siempre impredecible, no nos regaló esta vez sus buenos augurios así que nos quedará pendiente el vino querido MAESTRO…

Mi corazón está triste por la partida física del Maestro pero al mismo tiempo pleno de regocijo por la certeza que me brinda saber que un hombre equiparable en virtud y en valores cívicos a Tomás Moro ha ganado la eternidad.

Me gusta pensar -permítaseme la licencia filosófico / literaria- que el MAESTRO JUAN CARLOS MENDONCA preparó su tránsito a la eternidad tal como lo hizo Sócrates hace 2500 años.

Me gusta imaginar que, al igual que el filósofo ateniense, el muy querido Maestro JUAN CARLOS MENDONCA en ese instante final decisivo, asumió con serena hidalguía y plena conciencia la responsabilidad histórica -que en desigual proporción le endilgaron siempre los enemigos de la libertad y le agradecimos siempre quienes intentamos ejercitar los valores democráticos- de haber desafiado coherente e incansablemente, mediante su testimonio de vida y su prédica, la autoridad oficial imperante en todos los estamentos enseñando a los jóvenes a pensar por sí mismos para luego, finalmente, con la sabia parsimonia que distingue a los seres que han logrado elevarse por encima de las miserias humanas, beber la cicuta rodeado física y espiritualmente de sus afectos y discípulos más cercanos quienes, sin poder contener las lágrimas, se despidieron cálidamente de él no sin antes asumir el compromiso de honrar su legado difundiendo incansablemente su obra para de esa forma, seguir enriqueciendo a la sociedad promoviendo cultura y generando felicidad colectiva…

Hasta siempre entrañable MAESTRO JUAN CARLOS MENDONCA…

ROBERT MARCIAL GONZÁLEZ

14/Agosto/2020.

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Robert Marcial Gonzalez

Cultor del pensamiento crítico, aficionado a la literatura, la parrilla, el tinto, el folclore y la comensalidad...